fin de octubre. El aroma del sol
emerge del océano de techos. Vaho
de la siesta del paisaje. En su interior
las cosas hablan y se miran entre sí
asistidas por la atmósfera diáfana
del actual clima. Los colegios deberían
salir de vacaciones, no debería bajo este sol
nadie sufrir las palpitaciones del trabajo. He
visto arder todos los paisajes de la ciudad
que hace diez años me acogió. En mi cabeza
se ufanan los recuerdos ardientes. Sobre las iglesias
vuelan las almas de los amigos que murieron. Sobre
las palmeras el propio cielo juega con cocoteros
y ninguna emoción conmueve mi carácter
y he vivido hasta ahora como un enfermo del pensamiento
con un tumor mental metastasiado hasta los rincones
más exclusivos del alma. Sí, como un enfermo
de la razón, con una cabeza colgada de una nube
y un cuerpo destartalado entre queridas: de ellas
aprendí los equinoccios del corazón: de ellas
aprendí la soledad y el egoísmo y la bendita
necesidad de diferenciarme
dejemos atrás todo eso
ahora que el sol ha vuelto y deja ver todos los incendios
cometidos en la oscuridad como una forma desesperada
de poner luz. Ahora vemos los resultados: hermosas
destrucciones, ciudades interiores completamente cenicientas
libremente encerrado en la cárcel de uno mismo
hago un esfuerzo por salir al paisaje, después
de tantos años de vagabundear en un metro cuadrado
tan ilimitado tan infinito tan siniestro
no hallé nada
no me avergüenza decirlo. ¡Qué mejor! Hallarse
en mitad de la vida con el futuro abierto, como quien dice
no he construido ninguna casa, no he tenido hijos
ni fundé un hogar, no he regado jardines, no he
ostentado puestos públicos, mi lugar en la ciudad
es tan inútil y tan plácido sin embargo, tan plácido
como la gloria de los héroes
* * *
esos viejos textos (¡A mí, Rimbaud!)
del más joven de los modernos ya designaban
los contenidos de las crisis de angustia, sin
que pudieran traducirse a la nada
porque el dolor niega con su estruendo
las pretenciones de la nada. Un dolor
fisiológico: tendido sobre la cama, con el pecho
incisivo cubierto de espinas, con la casa
cayéndose a pedazos sobre las frazadas
con los ojos sin llanto y llenos de moho
con el estómago vacío, con los dientes sucios
de alquitrán, con la sangre alcoholizada
con vastos vasos de antídoto de la melancolía
y una noción fatídica de la belleza
como si la muerte con sus atavíos de virginidad
se sentara a los pies de la cama y me dijera:
¡has llevado una vida tan amarga!
no es justo, le digo, que tú te sientes a los pies de mi cama
sin que yo pueda levantarte la mano, vienes como una cobarde
a robarme la sombra, y yo que perdí todos los atavíos
cuando pronuncio tu nombre me siento impuro
porque todas las cosas que me pasan
las escribí en un guión con tu ayuda
no es justo, le digo, que tú puedas sentarte a los pies de mi cama
intocada, novia de la inocencia, sin que yo pueda lanzarte
por la cabeza un pisapapeles, sólo porque vienes
cuando estoy enfermo y no tengo fuerzas
visítame en el patio, si tienes dignidad, a la hora del mediodía
cuando erecto, lleno de luz, más fuerte que las bestias
con un libro en la mano y una estrella en la frente
con todas las facultades de la imaginación
pueda seducirte con mis piruetas
* * *
sólo en tu nombre me reconozco, Verena
porque tuyo es el nombre de la muerte
que se sienta a los pies de mi cama, y porque tuyo
es el dolor del mundo, y porque tuyas son
las llaves de mi casa, y porque tuyo es el sonido
del verano, y tuyo el sonido del viento en primavera
que mueve las hojas de los árboles
semejante al sonido del periódico que se lee
en una plaza en día domingo. Yo fui por tu esencia
y no hallé tu casa. Yo fui por tus jardines
y no hallé tu esencia. Fui por tus senos
y me encontré con el frío de las cordilleras
ay Verena si hubiera una casa en una ciudad cualquiera
con muebles cómodos, con ventanas amplias
y vista al mar, con una mesa larga donde pudieran
sentarse los hijos ancestrales de la serenidad
con paredes blancas donde el pavor se disipa
donde nuestros niños interiores corrieran libremente
por pasillos de luz, por galerías austeras
conducentes como un Nilo a un Mediterráneo plácido
si hubiera por lo menos una moneda
con que comprar la dicha, a ti que no te importa
si la barca del amor se rompe, en ti me reconozco por falta
de inocencia, y te añoro hacia el futuro
como una forma de salvarme del pasado
ay Verena en los ojos de los gatos vi el clima
cambiante de tus ojos, y en los tuyos la belleza
que desdeña la eternidad. Así será: que un beso
se rompa como las olas en la roca de tus huesos
y que todos los resentimientos que el desamor inventa
se mareen en un barco en el Mar de los Sargazos, donde
las corrientes se muerden la cola, y que tú misma
no sobrevivas en la memoria que te invoca
para que no sobrevivas en ningún lugar de la tierra
que te violen los asesinos, que te despedacen los lobos
y te acuerdes por fin de mí, como quien se acuerda
del albañil que le construyó una casa
* * *
buenos días vecino, buenos días a todos
los que hallo por aquí cerca. Rápido parece pasar
el día, aunque tal vez no pasa jamás como imaginamos
y todo este ánimo de levantarse y salir a comprar
el pan fresco y de ducharse y de lavarse los dientes
no tenga en verdad ningún sentido. Tal vez Zenón
de Elea tenía razón al afirmar que Aquiles no alcanza
jamás a la tortuga. Tal vez el movimiento es una pura
ilusión, y somos presos de este día. Al menos
convengamos en que es un día lleno de sol, en fin
no es un día tan malo después de todo. Han llegado
buenas noticias del extranjero, nadie ha llamado
por teléfono avisando una defunción. Se trata de un buen día
en que tal vez más tarde te visiten los amigos más queridos
y veas un buen programa de televisión. Tal vez este día
es más hermoso que un automóvil de carrera
corriendo sobre metralla. Es posible que hoy mismo
en este mismo instante un grupo de adolescentes
esté ideando una revolución nueva, y que los seres
que injustamente olvidaste hoy te recuerden con simpatía
hay muchas posibilidades en este día
porque está abierto como las flores solares
y el cielo no está dispuesto a caerse con sus cementos
de otoño, porque este azur domina las comarcas
y las aves marítimas vuelan en círculo señalando
la dirección del tiempo cuya fuerza de gravedad
de pronto ha desaparecido. Buenos días amigos
buenos días querida, buenos días a todos los que encuentro
porque se trata realmente de un gran día, de esos
en que los colegios deberían estar de vacaciones
y nadie, ni aun el más torpe, debería sentirse ocupado
en este hoy del yo que quiere ser tú y quiere ser nosotros
en este hoy en que las mujeres tristes deberían estar borrachas
y en que los borrachos perdidos de sí mismos
deberían estar lúcidos, porque en días como estos
toda noche parece improbable. Ay Verena ay melancolía
cómo quisiera aplacarte con este día, lanzártelo
como un pisapapeles por la cabeza
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