una palabra irrumpe, el sonido
de un beso a través del teléfono
una broma cruel trae la risa
sin abolir la distancia que nos reúne
soy de esa piedra prolífica
que sufraga torpemente en cualquier esquina
a favor de esto o aquello, que dialoga
durante el día y llega a acuerdos
que desgastan su lascivia en medio del oficio
y vuelve cansado a la voz tranquilizadora
que le ofrece una mano y con ello
un cuerpo y tal vez un alma
en mi mente las neuronas
tramitan la saliva de mi amor
sé que ahí ordeñas nubes
y llenas el espacio de fluidos lácteos
con la explosión de una nube en estado salvaje
una voz entonces, una caricia quizás
son suficiente medicina para un hombre
que en el trabajo despilfarra
sus mejores días
de no ser contigo, las tramitaciones de mi mente
sobrepasarían mi cuerpo, vagaría por la misma vida
muchos años, me entregaría a tortuosas
conversaciones en bares de Santiago
resumiría a fin de mes una larga colección
de cuentas impagas y tentaciones
con más de algún peligro
—telepáticamente
no te dejaría ser feliz
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