la añorada calma de esos días. El sol
traía los carros de las bodas y los niños jugando
relevaban toda melancolía ¡Cómo perece
la discordia cuando la calma colma! Y la vida
no encuentra aún su declive, mucho falta
tal vez para el final ¿Debe uno permanecer
en la calma de los inviernos totalmente borracho?
pero, como te digo, no he podido olvidarte
y a veces, echado ante el océano, como un holgazán
creo poder alcanzarte con la mano
mas la imagen se esfuma finalmente en el horizonte
—cada cuerpo con su viaje
todavía me gustan las cosas que se marcharán
antes que nosotros. El problema del deseo
no es su imposible como sí su condición. He ahí
el horizonte. He ahí los pájaros. Y el sol
1 comentario:
eso, ocupar tu lugar en ele mundo es un privilegio.
Elordi
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